Thursday, May 31, 2007

el crimen

lúgubres las azulas gotas de tinta lavada por la lluvia,
el agua es dura y blanca, saltando implacable sobre la piel.

En la intimidad del organismo pálido de una mujer,
el calor se escapa por el filo gélido de la hoja escrita.
el calor se escapa de todas formas,
el calor.
¡qué noche!

Tintinean musicalmente las monedas
y la espalda escuálida se tuerce como una sierra encrespada al cielo,
el cabello se hunde en el agua
y la hoja de papel se destiñe suavemente con el vaivén.
vampíricos techos correosos perfilados de pronto detras de ese cuerpo,
avidas manos ansiosas de amor
aferradas a la cadera hostil,
impera punzante la virilidad enhiesta y desleal,
del cliente ebrio, sin dinero, con ánimo de distraer y penetrar.
Que brutalidad.

Las monedas ya no importan,
cuando las uñas se desprenden postizas encarnadas en el lomo salvaje
y éstas pierden protagonismo,
cuando un cuchillito se mete inoportuno y mordaz,
en esa piel seca y dura que no deseaba morir asi.

Acto consumado,
puede el testigo volverse sutilmente a observar
la hoja gris, despelgada una hora atrás,
en pleno vuelo sobre la laguna,
diciendo con letra clara y azul:
"vuelve a casa,
besos,
Mamá".