aracnoide
la tierra negra y roja,
la tierra negra y roja,
el vaho humedo y el sudor de las piedras,
subiendo por la marea del magma denso,
del fondo insondable de aquellos aureos infiernos desconocidos
al calor de las brasas mojadas,
al calor tambien de las ramas blandas de la caña de los girasoles
y del maiz viejo, duermen los demonios.
guardando el horror en su destartalado paso,
saltando sin querer cuando una mano incauta
desgarra el velo putrefacto de estas sucias novias de ocho patas.
son las arañas que vienen galopando,
jinetes llevan con tremendas lanzas,
espiritus invisibles, que apuntan al corazon sus armas,
que sobrecogen el alma en un puño.
el terror.
las abominables, entre puntas de armaduras rojas, azules y verdes,
con la ponzoña rezumando en esas desconocidas glandulas,
despiertan el sudor frio, la fiebre lenta,
el vello erizado, el grito y la enfermedad continua.
no quiero verlas de nuevo.
no como dos princesas del mundo de los gusanos,
revolcandose en la tierra roja,
en el cadaver constante,
y alli estan, mirandome.